domingo, 17 de octubre de 2010

Cómo escribir de nuevo un glifo: Ernesto Cardenal




Ernesto Cardenal es el poeta más conocido de Nicaragua, un país que ofrece notables creadores como José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos y Ernesto Mejía Sánchez. En su obra se puede seguir la trayectoria de la poesía contemporánea .
Ernesto Cardenal se inicia con obras como La ciudad deshabitada (1946) y Proclama del conquistador (1947) en un subjetivismo neorromántico que pronto desecha. Desde 1949 busca su inspiración en temas históricos y sociales de interés para la Nicaragua y América Latina, aunque sin renunciar a la expresión de sus vivencias personales. En Gethsemaní Ky (1960), Epigramas (1961), Salmos (1964), Oración por Marilyn Monroe y otros poesías (1965), El estrecho dudoso (1966), Homenaje a los indios americanos (1969), Vida en el amor (1970) Oráculo sobre Managua (1973) se concreta una obra poética de lenguaje coloquial y realista, anti- académica y comprometida, de notable variedad.
Poco tienen que ver sus crónicas de la conquista española o de la agitada historia reciente de su país y de Latinoamérica, que pretenden la denuncia directa de la injusticia y de la represión, con las reflexiones sobre el amor y la condición transitoria de todo lo perecedero incluidas en sus epigramas, de inspiración clásica aunque de ambientación local. Las inquietudes religiosas, inseparables de su condición de sacerdote, ocupan un lugar importante en esta poesía, y se funden a menudo con las sociales en una plegaria por los infelices, desheredados, oprimidos y también por los desorientados en una alienante sociedad de consumo. Junto al prosaísmo de su expresión más frecuente, esa combinación de fe cristiana y pensamiento socialista es tal vez la y lo que la aleja definitivamente del escepticismo de Parra.
Su búsqueda de la verdad, de su verdad, y una profunda honestidad consigo mismo lo sumergen en vacilaciones hasta que su vocación lo conduce a convertirse en monje trapense. Luego de innumerables crisis espirituales, ingresa como novicio en la Trapa de Gethsemani en 1957, donde encuentra a Thomas Merton, su guía espiritual, amigo y maestro. En Gethsemani trabaja en esculturas en barro, toma apuntes poéticos, conoce la vida contemplativa y el silencio interior. Ordenado sacerdote y a su regreso a Nicaragua, Cardenal funda la comunidad de Solentiname, en una isla del lago de Nicaragua. Una vida campesina comunitaria en la que realiza una relectura del Evangelio. Incansable hasta hoy, Cardenal continúa su entrega a dios, y desde allí se sumerge en la causa de la poesía, de América Latina, de los derechos humanos, de la justicia y de la humanidad. El primer tomo de sus memorias, publicadas en 1999, llevan en nombre de "Vida Perdida", que él explica en un epígrafe inicial con una frase del Evangelio:" el que pierda la vida por mí, la salvará" (Lucas, 9.24). Cuando Cardenal bautiza con el nombre de Vida Perdida el primer tomo de sus memorias está apuntando a un gesto fundamental: no sólo indicar que cuando él da la vida por dios, él pierde la suya, sino también sugerir el sentido de que en el camino, a través de tantos amores, pasiones y compromisos, el poeta ha ido perdiendo poco a poco su vida y los sentidos de esa existencia. Desde sus Epigramas (1961) hasta el monumental Cántico Cósmico (1989) se ha ido "perdiendo" mucha vida. Vida trocada por poesía, vida entregada a Dios, vida derramada por la Revolución.
Lo que ha quedado de todo eso es la poesía, la propia y la ajena. Cardenal no concibe otra forma discursiva que no sea la del verso ni otra forma de vida que no sea la vivida "en el amor". Por eso la elección de una poesía que ha dejado la escena del lirismo para adentrarse, sin ser corrompida por la prosa del mundo, en el sucio mundo de las cosas y las personas concretas (exteriorismo nicaragüense y poesía indígena), de las imágenes puras (imaginismo norteamericano) y de la desnudez mística.
Su nombre se asocia automáticamente a Revolución, a Religión, a Solentiname, a Teología de la Liberación, a Sandinismo. En el terreno de la literatura hispanoamericana a su poética concreta une roles de traductor, fundador de la generación del 40 junto a Carlos Martínez Rivas y estudioso de la poesía americana, del norte y del sur. Sus pasiones más intensas son los sus profundos estudios científicos y astronómicos para construir el Cántico Cósmico, su complejo conocimiento y asimilación de las cosmovisiones indígenas de todo el mundo a través de la lectura prolija de sus "textos", escritos y orales, su constante contradicción entre el amor a dios y el que siente por las muchachas o por su pueblo.
El Cántico Cósmico, empresa de amor y estudio que le ha llevado más de treinta años construir, proclama su fascinación por la ciencia, "por la poesía de la ciencia". Del proceso que lleva de un tipo de conocimiento que es científico a otro que es poético, Cardenal dice: "A mí la ciencia me interesa por lo poético. Los misterios de la ciencia los descubre la ciencia, la de nuestros tiempos, la ciencia actual nos descubre maravillas cada vez más grandes. El creador se nos está revelando más y más a través de la ciencia, es eso lo que me fascina, por eso es una fuente de inspiración para mí, no estudio la ciencia como científico, sino únicamente la poesía que hay en el sol, en las estrellas, en las bacterias, en la vida humana, en el amor, en el cosmos, todo es poesía en el cosmos, todo revela a Dios en el cosmos. Hay un físico inglés, para quien la ciencia es un camino más directo para llegar a Dios que la religión, y yo lo creo...".
Este poeta impuro y místico da testimonio de una "época bárbara y primitiva, pero poética" ("Managua 6.30 pm"). Situado en una posición crítica y comprometida, Cardenal intenta reescribir la historia, la ciencia, la noticia, la profecía. El no puede ser sólo poeta, tiene que desdoblarse y hacerse sacerdote, científico, cronista, reportero, fotógrafo. Su Cántico Cósmico aparenta no aspirar a la redención épica propuesta en el Canto General de Neruda. Sin embargo ambos comparten una mirada colmada de intensidad poética sobre las realidades humanas, aunque estén distanciados en el tipo de relación que mantienen con esas existencias. Un solo ejemplo, Cardenal, siendo un místico, es más materialista e irónico que un Neruda frente a la muerte. Lo mismo con la muerte de Thomas Merton ("Coplas a la muerte de Merton") que con la muerte de Laureano Mairena.
Donde esa diferencia, que nos enriquece y diversifica, se hace extrema es en las actitudes hacia el indígena. En el Homenaje a los Indios Americanos (1966) dialoga y se hace cargo de lo que los mundos indígenas, precolombinos y actuales piensan y sustentan. A partir de sus propias voces Cardenal propone la reconstrucción de una utopía retrospectiva que ha de cumplirse nuevamente. De ahí hay sólo un paso a la redención y al grito cristiano lanzado en sus Salmos (1969). Cardenal intentará por primera vez dialogar con esas voces indígenas, siempre muy blanqueadas y muy asimiladas a Occidente. Custiona los integracionismos étnicos de izquierdas y derechas y critica los indigenismos sociales e intelectuales de los sesenta.
Con las herramientas del exteriorismo nicaragüense, del concretismo indígena y del imaginismo de la poesía norteamericana Cardenal construye una obra abierta a múltiples voces, discursos, textos. Propone un discurso dialógico, de comprensión y reencuentro con el "otro", con las otras concepciones de mundo, con los otros textos, con las otras culturas. Cardenal comprende la paradoja de la alteridad latinoamericana e intenta construir la heterogeneidad.
En toda su obra desfilan las voces que vedadas para la poesía: letreros luminosos junto a revelaciones místicas:" (Bésame bajo los anuncios luminosos oh Dios)" , fetiches de la vida moderna junto a símbolos religiosos (“no Commercial Centers/sino centros ceremoniales, Ceremonial Centers...". San Juan de la Cruz convive con el Chilam Balam de Chumayel, Neruda y Netzahualcoyotl dialogan. De una vez y en forma simultánea coexisten todos los tiempos; todos los espacios y culturas ; todos los discursos, textos y voces de nuestras sociedades.
Para contener este material heteróclito el poema queda abierto y expuesto a la mayor cantidad de contaminaciones. Desfilan discursos políticos, poéticos, históricos, mediáticos, folklóricos, religiosos. La intención es la reescritura de la una historia, donde se han omitido las voces de los vencidos ; busca encontrar a aquellos que "se fueron. Y no se les vio más en la historia". En lugar de la escritura unidireccional de la historia se pone el estallido textual de la poesía, en un diálogo permanente entre épocas y culturas, ente grafías y tipografías, entre discursos y textos.
Abundan las citas, los paréntesis, las comillas, los signos de interrogación, las cursivas y versalitas, las minúsculas y mayúsculas, las fechas, los nombres propios de personas o lugares. El poema se vuelve más "ancho" y quisiera acercarse al relato o al diálogo dramático. El signo llama la atención sobre sí mismo para que el lector distinga entre distintos niveles y tipos de información y de discurso. A partir de esta experiencia de recepción ya nunca más el lector volverá a mirar las palabras con la misma inocencia, la sospecha se interpondrá entre él y cualquier signo. "Los crímenes de la CIA se verifican también en el campo de la semántica", ha dicho el poeta.
. Homenaje a los Indios Americanos contiene búsquedas poéticas, no sólo necesidad de hablar por el indígena ("yo vengo a hablar por vuestra boca muerta", ha dicho Neruda desde las alturas , sino de conversar con el indio: "Que mis poemas también dialoguen con ustedes/ Motecuhzoma I y Netzahualcoyótl./ Donde quiera que estés/ ojalá te gusten mis cantos, Cuacuauhtzin."/("Cantares Mexicanos").
El indígena pasa de objeto de la enunciación a sujeto activo del discurso. Con esto Cardenal prueba que no sólo ha oído el diálogo de su época con otras épocas, sino que, mejor aún, ha sabido escuchar todas las épocas, solas o en interacción. Toda su obra, pero muy especialmente Homenaje a los indios americanos se sitúa en ese cruce, donde de se ubica el indígena como experiencia de mundo, como discurso, como ideología, gente "inexpresada" o mal expresada en la literatura y la historia, y por otra, el intento de contribuir al diálogo y a la construcción de una nueva voz, de una nueva historia, de otras formas de redención.
La poesía exteriorista es una escritura abierta a todos los temas y hablas posibles, "Todos los tiempos y todas las épocas con sus códices y estelas tan de ayer y tan de hoy: historia, economía, datos, geografía, política, estadística, mística, sabiduría. Todo se unifica en la poesía y en el lenguaje del autor de una obra rescatadora de siglos y modernidades" (Jaime Quezada). Por su parte, el propio Cardenal ha dicho que: "El exteriorismo no es un ismo ni una escuela literaria. Es una palabra creada en Nicaragua para designar el tipo de poesía que nosotros preferimos. El exteriorismo es la poesía creada con las imágenes del mundo exterior, el mundo que vemos y palpamos, y que es, por lo general, el mundo específico de la poesía. El exteriorismo es la poesía objetiva: narrativa y anecdótica, hecha con los elementos de la vida real y con cosas concretas, con nombres propios y detalles precisos y datos exactos y cifras y hechos y dichos. En fin, es la poesía impura" (Quezada)
Su libro Hora 0 (1960) relata la épica de Sandino contra Estados Unidos que había ocupado militarmente su país, con la complicidad y el apoyo de su gobierno. Se trata de un poema extenso que desarrolla distintos aspectos de la personalidad del héroe, de su asesinato a traición, de los singulares rasgos de su resistencia. Epigramas, del mismo año, no es una simple agrupación de textos diferentes, sino un conjunto muy bien articulado en torno a un género común; a una misma temática, los sufrimientos causados al poeta y al pueblo por la dictadura de Somoza y por la amada que no corresponde al amor del poeta; e incluso a un modelo y un estilo común, los del poeta latino Catulo. Los Salmos (1964) conforman un macrotexto, que toma como base de coherencia una transtextualidad específica, los Salmos bíblicos, la temática de la opresión y la liberación, un ambiente compartido, Latinoamérica de los 60 y un estilo también común, caracterizado por la paráfrasis.
Del mismo modo, los otros libros de Cardenal son unidades poemáticas en las que distintas partes están cohesionadas por temas y estrategias textuales globales, que permiten un extenso desarrollo de descripciones de batallas, actos heroicos, relatos de sufrimientos y torturas junto a momentos de contemplación mística, de la naturaleza, las personas y hechos significativos de carácter religioso y político. El Homenaje a los indios americanos (1969) o Vuelos de victoria (1984) están unificados por una imagen positiva y afectuosa de los indígenas de las Américas en el primer caso y por el recuerdo de las atrocidades cometidas por los guardias de Somoza contra los campesinos y el pueblo de algunos lugares específicos de Nicaragua y el triunfo de la revolución sandinista, en el segundo. También por una actitud narrativa, descriptiva y enumerativa del hablante, común a todos los poemas particulares; un lenguaje conversacional propio de un nicaragüense; la persistente explicación o ejemplificación de los principios políticos del autor y/o del Frente Sandinista de Liberación Nacional; una posición religiosa signada por la Teología de la Liberación y una confianza en los poderes de la poesía y los poetas.
El Cántico Cósmico es un macropoema sobre el cosmos, su origen, su desenvolvimiento y su culminación, en otras palabras, una versión poética contemporánea del Génesis, la evolución y el Apocalipsis, escrita desde una visión científica mezclada con visiones poéticas, filosóficas, míticas y religiosas. Presenta una visión totalizante, del universo íntegro, al modo de Teilhard de Chardin. La evolución de la materia hacia el espíritu, de lo animal a lo humano y lo divino, del punto Alfa hasta el punto Omega, es fundamentada por todos los avances de las ciencias de frontera (la física cuántica, la astronomía contemporánea, la biología experimental, las teorías de la relatividad, de la indeterminación, del caos, la teología de la liberación, etc.).
Cardenal repasa, sintetiza, coordina, mezcla, superpone, elige, destaca los conocimientos más significativos de la humanidad junto con sus propias experiencias políticas, contemplativas, líricas, teológicas, para dar cuenta de la naturaleza y el sentido del cosmos y de la vida. El Cántico Cósmico está dividido en cuarenta y tres cantigas, que ordenan el material poético y le confieren autonomía a las distintas partes. Esta división formal está cruzada y reestructurada gracias a las estrategias del montaje y del collage, por la superposición de textos de culturas, etnias, disciplinas, tiempos, hablantes y discursos heterogéneos, aunque vinculados por las temáticas cósmicas desarrolladas en amplísimas imágenes panorámicas del Big-Bang, la evolución de las especies, o en microscópicos cuadros del asesinato de un niño en Managua, la descripción de un acto amoroso de seres animales o vegetales, o de recuerdos particulares de la vida sacerdotal del autor empírico Ernesto Cardenal.

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