domingo, 17 de octubre de 2010

Grupo Minorista


LA LUCHA DE LOS MINORISTAS

"Quiere más café, Don Ignacio?", óleo sobre tela 1936, Premio del Salón Nacional 1938


En el desarrollo histórico, político, social y cultural de Cuba 1923 resulta trascendente en varios órdenes de la vida nacional. La creciente toma de conciencia del proletariado, la reforma universitaria en varios países latinoamericanos, el movimiento estudiantil, sirvieron para ir abriendo el camino, y ya en 1923 había en Cuba condiciones, tanto objetivas como subjetivas, para que se produjeran hechos como la Protesta de los Trece, la formación de la Falange de Acción Cubana y el Movimiento de Veteranos y Patriotas. Esos jóvenes, que no pertenecen a ningún partido u organización política y que provenían, de la pequeña burguesía, alcanzan un prestigio nacional e internacional porque, entre otras razones, impulsan la ruptura con el atraso cultural, aunque saben valorar el pasado y, a la vez, asimilar las más novedosas corrientes artísticas. Los miembros del Grupo Minorista son los que sientan las bases de la vanguardia en Cuba a través de diversos géneros y por diferentes vías de realización, abrieron el universo intelectual y establecieran fuertes vínculos con grupos afines del continente y de España. Desde la rebeldía espontánea de la Protesta de los Trece, el grupo Minorista va atravesando un proceso de toma de conciencia política que tiene en la Falange de Acción Cubana un punto de interés a partir de que sus integrantes se pronunciaron a favor de un conjunto de acciones que tenían como centro solucionar el problema educacional, en el que veían, una vez resuelto, la terminación de los males de Cuba. Pero este programa, en el cual se retrataban de manera pesimista los peligros que amenazaban a Cuba al fundirse con la acción del Movimiento de Veteranos y Patriotas, encontró un cauce político que intentó resolver el problema nacional por la vía de la acción rápida, aunque el fracaso sufrido desalentó a miembros como Rubén Martínez Villena. Es entonces cuando muchos de los integrantes del minorismo disminuyen sus actividades políticas y prefieren reunirse en los almuerzos sabáticos y otras acciones culturales. Así, Martínez Villena pone todo su entusiasmo en la Universidad Popular “José Martí”, al lado de Mella, a quien invitó a algunos de esos almuerzos, aunque sus convicciones y temperamento lo llevarían poco tiempo después a situarse al lado de los obreros para acompañarlos como líder hasta su muerte en 1934.
El Grupo Minorista de Cuba significa ruptura de tradición y cese de la pasividad en favor de posiciones más radicales, tanto política como culturalmente, ante los problemas que sumían a la sociedad cubana en el caos y la ignorancia. La dispersión del grupo en 1928 fue un hecho obligado debido a circunstancias inherentes a conflictos individuales y generales, y también a la radicalización política de algunas de sus figuras, cuyos ideales rebasaron al grupo. El Grupo Minorista sembró ideales culturales y políticos. Sus miembros fueron renovadores. Se consideraron revolucionarios. Y así se precisa evaluarlos en el contexto en que se desencadenan su acción pública de rescate y renovación.. En 1927 la revista Social publica un artículo sobre la acción gubernamental de Machado. La dirección de la revista, integrada por los minoristas Conrado Massaguer y Emilio Roig de Leuchsenrig hacen pública una nota en la que discrepan con los criterios de Lamar. A la vez, éste envía una carta a Ramón Vasconcelos, periodista de El País, que apareció el 4 de mayo, en la cual, entre otros aspectos, afirmaba: “...yo no soy 'minorista'. Creo en las 'minorías' de selección pero no en los sabáticos. Ya el minorismo no existe. Es un nombre y nada más”. La respuesta de los minoristas fue una Declaración, redactada y firmada el 7 de mayo de 1927 en el bufete de Emilio Roig de Lechsenring y que reprodujo la revista Carteles el 22 de mayo de 1927. La afirmación de Lamar Schweyer sirvió para que el Grupo Minorista se cohesionara de nuevo, pero, sin dudas, se fue produciendo una desarticulación de sus miembros, en la misma medida en que, individualmente, sus participantes, fueron determinando de manera definitiva sus respectivas posiciones ideológicas. Así, Martínez Villena desplazó su actuación hacia los medios obreros y se fue desentendiendo de las actividades culturales. Dos meses después de publicada la citada “Declaración”, Machado desató el llamado “proceso comunista”, en el cual estuvieron involucrados los minoristas Martínez Villena, Alejo Carpentier y José Antonio Fernández de Castro, que fueron a prisión. Otros, como el propio Carpentier, decidieron salir al extranjero. Siguiendo el criterio de Ana Cairo, hemos considerado minoristas a los que pertenecieron a la Falange de Acción Cubana, en los que se incluye a los trece protestantes de la Academia, y a los firmantes de la "Declaración" suscrita en mayo de 1927. De este modo al grupo pertenecieron: Siguiendo el criterio de Ana Cairo, hemos considerado minoristas a los que pertenecieron a la Falange de Acción Cubana, en los que se incluye a los trece protestantes de la Academia, y a los firmantes de la "Declaración" suscrita en mayo de 1927. De este modo al grupo pertenecieron poetas, periodistas, ilustradores, pintores comoDiego Bonilla, Alejo Carpentier, Max Henríquez Ureña, José Hurtado de Mendoza, Francisco Ichaso, Alberto Lamar Schweyer, Félix Lizaso, Jorge Mañach, Rubén Martínez Villena, Felipe Pichardo Moya, Alfredo T. Quílez, Emilio Roig de Leuchsenring, Enrique Serpa y José Z. Tallet.
La mayoría de los integrantes del Grupo Minorista estuvo unida al quehacer literario de los años comprendidos entre 1920 y 1930, cuando buena parte de ellos prácticamente se iniciaban como creadores. El movimiento poético cubano de ese lapso fue evolucionando del posmodernismo a un vanguardismo que en Cuba, en líneas generales, fue bastante débil. A comienzos de la citada década poetas como Rubén Martínez Villena, Andrés Núñez Olano, Enrique Serpa y Juan Marinello cultivaban una poesía de marcado corte postmodernista, muy influidos por figuras como Amado Nervo, Rubén Darío y Julio Herrera Reissig. No obstante, es observable ya cierto aire de indocilidad ante la estética prevaleciente, que es ostensible en poemas como “Canción del sainete póstumo”, de Rubén Martínez Villena: Yo moriré prosaicamente, de cualquier cosa / (¿el estómago, el hígado, la garganta, ¡el pulmón / y como buen cadáver descenderé a la fosa / envuelto en un sudario santo de compasión.
Pero entre 1923 y 1928 comienza a producirse una gradual ruptura con los postulados estéticos posmodernistas, visible sobre todo en el propio Martínez Villena y en José Zacarías Tallet. Este último publica “La rumba”, de carácter experimental, con el cual inaugura el cultivo de la poesía negra en Cuba.

¡Zumba, mamá, la rumba y tambó!¡Mabimba, mabomba, mabomba y bombó!¡Cómo baila la rumba la negra Tomasa!¡Cómo baila la rumba José Encarnación!Ella mueve una nalga, ella mueve la otra,él se estira, se encoge, dispara la grupa,el vientre dispara, se agacha, camina,sobre el uno y el otro talón.¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!En 1926 dos minoristas, José Antonio Fernández de Castro y Félix Lizaso, publicaron La poesía moderna en Cuba, antología preparada por ambos, pero discutida y seleccionada de conjunto por el grupo desde que se reunía en la tertulia del café Martí. El volumen tuvo una amplia recepción dentro y fuera de Cuba. El español Luis Araquistain la consideró “una antología ejemplar, bien seleccionada, con excelentes notas críticas”. Juan Marinello afirmaba años después que “En la antología de Lizaso y Fernández de Castro se recoge precisamente el instante crucial. Los poetas que allí se llaman ‘los nuevos’ —Tallet, Rubiera, Avilés Ramírez, María Villar Buceta, Serpa, Martínez Villena, Núñez Olano, Pedroso, los Loaynaz—vacilan entre lo viejo y lo que va a llegar. Allí la novedad está más en el tono personal de algunos poetas que en su orientación...”. La investigadora Ana Cairo estima que La poesía moderna en Cuba “es la antología más completa hasta la primera mitad de este siglo, no sólo por la exactitud de los datos que suministra, sino porque se precisa un mayor desarrollo de la ciencia literaria para superar algunos de los juicios acerca de los poetas antologados. Por su estructura, puede publicarse excluyendo los ejemplos poéticos, lo cual fundamenta la afirmación de que es el esfuerzo más serio dentro de este tipo de ensayo”. Hacia 1928 comenzó a publicarse en Cuba la poesía de vanguardia, pero no fueron precisamente “los nuevos” quienes hicieron los aportes más sustanciales, sino poetas surgidos con posterioridad, como Mariano Brull, que con sus Poemas en menguante (1928) anunció el cambio de signo estético, a los que hay que agregar los nombres imprescindibles de Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, Eugenio Florit y Félix Pita Rodríguez, entre otros. Los minoristas, en su gran mayoría, permanecieron vinculados al postmodernismo, excepto Tallet, Martínez Villena y Juan Marinello, que experimentaron una evolución en sus respectivas obras poéticas, sobre todo los dos primeros

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